21 de junio de 2009

Desde el otro lado del mundo...

Durante mi estancia en Bogotá me he visto gratamente sorprendido por el creciente intercambio cultural que ha ido desarrollando el país con el lejano oriente, más precisamente con Corea del Sur.
Un día, una jovencita amable, pero bastante tímida, llegó a la residencia donde me hospedo. Casi no hablaba español y se mostraba algo abrumada por todo lo que ocurría a su alrededor. Venía con una maleta de buenas proporciones que le ayudé a subir al cuarto queriendo entablar conversación para saber más sobre ella. Estaba intrigado.
Intenté comunicarme pero en su mayoría los intentos fueron fallidos. Entre señas me hizo entender que agradecía el detalle de subir la pesada maleta hasta el segundo piso, que venía de Corea del Sur y que su nombre era Dare.
Me sentí extraño. No entendía porqué alguien vendría desde tan lejos a vivir en este despelote de ciudad. Y es que el viaje desde Seúl a Bogotá dura tres días y cuesta cerca de seis millones de pesos. Ella parecía contenta de estar aquí.
A la siguiente semana, cuando llegaba a almorzar, me encontré con que Dare estaba sentada en la mesa con otra coreana. Hablaban rápido en un idioma sonoro, de suave entonación pero ininteligible para mi. Intentaba descubrir alguna palabra conocida, de origen semántico similar, pero no lo logré.
Me senté a almorzar, más concentrado en las muchachas, en su forma de comer, de usar los cubiertos, en lo que comían primero y lo que dejaban de lado, que en mis alimentos. Una vez más intenté hablar con Dare.
Sin embargo, al momento en que le hice la primera pregunta, me miró con sus ojos tiernos y confundidos para después voltear la cara hacia su amiga. Se dijeron unas frases en su idioma y la amiga me respondió la pregunta, añadiendo que a Dare había que hablarle despacio para que entendiera. Apenas estaba aprendiendo español.
Durante el mes venidero me acostumbré a verlas juntas en el almuerzo. Después de varios días en que sus movimientos, cada gesto, cada risilla y cada ruido insospechado se convertían en objeto de un profundo análisis, se estableció una amistad y pude resolver todas mis inquietudes sobre ellas y su país.
Su viaje se debe a un intercambio cultural que les piden hacer en sus universidades de Corea y a que necesitan perfeccionar otro idioma. Un idioma que es muy apetecido en Oriente y que, según ellos, es de excelente calidad en Colombia. Allá somos la meca del español... ¡Más que España!... Bueno, no han escuchado como el presidente regaña a sus súbditos...
Los fines de semana llegaban cada vez más coreanos a la residencia a visitar a Dare y con cada uno que llegaba yo me asombraba más de la cantidad de ellos que están residiendo pasajeramente no sólo en Bogotá, sino en las grandes ciudades del país.
Para mi gusto y agrado, con Dare llegaron a vivir a la residencia otros dos coreanos que, por ser sus nombres casi impronunciables y exageradamente extraños para los locales, adoptaron los de Alejandro y Vicente. En realidad, la única que es llamada aquí como en Corea es Dare, que significa flor del algodón. Allá en casa, los nombres de Alejandro y Vicente significan respectivamente pico de montaña y lago grande.
Así, conociendo a estas personas, sus calidades humanas, intelectuales y sociales, me siento dichoso de que estén escogiendo a Colombia como su destino para aprender español y que traigan algo de su bella y ancestral cultura al país. Hay mucho que aprender de ellos.
¡Bienvenidos Coreanos!

12 de junio de 2009

Sobre Corea del Norte

Últimamente se ha regado por todos los noticieros, periódicos, revistas y publicaciones Web, y es el tema de conversación en las oficinas y las esquinas, el tema sobre las pruebas balísticas y nucleares de Corea del Norte. Hay quienes están en contra del país comunista y se alinean con el pensamiento político gringo: que sólo ellos y sus aliados, tan peligrosos y beligerantes como Israel, tienen el derecho a estar armados y a desarrollar tecnologías nucleares. No es dificil superar la tentación de adherirse a esta corriente de opinión pues, por la forma en que descarada e irresponsablemente los medios de comunicación colombianos informan sobre el tema, Corea del Norte se ve como una nación violenta, retadora y hostíl, mientras Estados Unidos pareciera ser un inocente y benévolo país que, en sus buenas intenciones de un mundo en paz, debe tomar medidas drásticas contra los enemigos de la estabilidad y el progreso. Por el otro lado se encuentran aquellos que posiblemente no vean tanta televisión, o lo hacen llevando a cabo una evaluación crítica e informándose adecuadamente sobre lo dicho en el medio. Los integrantes de este grupo no necesariamente tienen inclinaciones anti-americanas, comunistas o anárquicas. Ellos descubren dentro de la geopolítica yankee una gran contradicción: a la vez que estimulan por cualquier medio, sea pacífico o violento, que las naciones se desarmen y paren sus carreras armamentistas, hacen enérgicas protestas ante la UNU y promueven embargos económicos cada vez que alguien no autorizado realiza una prueba militar de considerable envergadura; invierten diez o quince veces el presupuesto anual de naciones del tercer mundo en sus fuerzas armadas, en el desarrollo de nuevas tecnologías militares y la fabricación de un arsenal de dimensiones desproporcionadas. No siendo esto suficiente, ubican sus bases militares y mueven sus hostiles barcos de guerra por todo el mundo so pretexto de "mantener la estabilidad y la paz mundiales". Bajo estas circunstancias, las personas del segundo grupo consideran necesario el establecimiento de contrapesos que, no estando organizados en bloque, individualmente propendan por un equilibrio militar mundial que a buen momento puedan detener las aspiraciones imperialistas, abusivas y déspotas de países poderosos. Así, las opiniones sobre el tema divergen profundamente entre dos corrientes: una que acepta y ve con buenos ojos el sistema político mundial actual y otra que no está de acuerdo con la dictadura que vive el planeta y se opone a esa forma de política. Aquí la discusión no es sobre si Corea del Norte debe o no desarrollas armamento nuclear, pues en últimas ningún país debería hacerlo, sino sobre la autoridad moral y en último término la autoridad en sí que pretende ejercer un grupo de países encabezados por Washington sobre las soberanas decisiones de otros.

Letanía

Escribir es estirar las alas en el ancho cielo de la imaginación, encerrar pensamientos entre letras, que no vuelen libérrimos perdiéndose en el tiempo. En la angustia de tener tanto que decir, ignotos mundos para relatar fijos en las pupilas, el papel recibe la descarga tremenda de una retórica que llegó sin desaparecer. Duele el mundo en mi, en cada detalle que se pierde entre los vericuetos de la cabeza, en las ricas historias incompletas y las yermas noches de incansable ocio que en el extravío de banales ocupaciones desperdicié. Cada párrafo es un parir. Viene con sufrimiento y convulsiones de tan liviana memoria desterrante de momentos olvidados. He aquí lo que quiero contar, libre la palabra que encierra la letra, fresco el sentir que el pecho guardó.

¿Quién soy?

Estudiante de Comunicación Social y Filosofía. ricardotp@hotmail.com ---- ricohin

Para seguir. No escribo mucho