12 de marzo de 2008

Cali: Un Pasado Dorado


A mitad del siglo pasado los caleños veían para sí mismos un futuro promisorio. En los prólogos de textos históricos escritos durante esa época se puede sentir la excitación del historiador, quien conociendo bien el pasado de la ciudad, hace predicciónes maravillosas del progreso en los años venideros. El orgullo por la ciudad es palpable en los textos de la época y la expectativa por el paso del tiempo hace ver que Cali estaba encaminada a convertirse en el centro urbano modelo de Colombia y Sur América.
A comienzos de los años 30 en la ciudad proliferaron grandes proyectos arquitectónicos. En menos de 25 años edificaciones clásicas como el antiguo batallón Pichíncha, el hotel Aristi, la plaza de toros de cañaveralejo, el hotel Alferez Real y la antigua sede del Club Colombia cambiaron el paisaje urbano de Cali. Así mismo, la conexión de la ciudad con las líneas de ferrocarril la conectaron con Panamá y de ahí con New York abriendo la pequeña urbe al mundo.
Con el pasar de los años la pujanza de la juventud elevó el nivel intelectual en la ciudad dando pié al desarrollo de la industria y el comercio. El cambio se estaba produciendo gracias a las nuevas ideas de grupos de jóvenes progresistas, educados y con sentido de ciudad. Éstas mismas personas colmaron los escenarios deportivos e impulsaron la ciudad como la capital deportiva de Colombia.
Cali era una ciudad de puertas abiertas. El desarrollo económico atrajo grandes migraciones de personas en busca de oportunidades. El trabajo abundaba y la calidad de vida en la urbe era buena. La innata hospitalidad de los pobladores hizo sentir a los nuevos habitantes como en casa, aunque muchos de ellos nunca llegaron a sentirla como suya.
El futuro aún era promisorio. Las nuevas generaciones habían traído prosperidad. El desarrollo de Cali como ciudad era impresionante. La urbe latía como el corazón de un equino que busca llegar a lo más alto de una colina. La pujante Cali se encontraba en su apogeo, que terminaría más pronto de lo esperado.

5 comentarios:

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

Yo tambien recuerdo con nostalgia las maravillosas epocas caleñas que le tocaron a nuestros antepasados, y precisamente por estas epocas es que quiero crear un sentido critico y reflexivo hacia nuestra ciudad, para mejorarla y lograr recuperar esa cali del pasado. Esta muy bien planteado tu columna y de verdad que deja un sentimiento profundo de admiracion por nuestra cali.

Diana Durango dijo...

Estoy de acuerdo con alejandro en que es triste saber que hemos perdido de alguna manera la identidad con nuestra ciudad y es aun mas deprimente cuando nos damos cuenta que insistimos en dejarla ir olvidando lo que fue y que con esfuerzo podriamos volver a hacer.

María Juliana Rojas dijo...

Yo también estoy de acuerdo con alejandro y diana; qué pasó que hemos pasado de ser la ciudad más cívica de colombia y una de las más pujantes a uno de los epicentros de violencia en la actualidad. Que buen tema; me gusta.

En cuanto a forma: cuidado con la ortografía (tildes)
;D

María Juliana Rojas dijo...

hola ricardo!recuerda ver mi blog!podria interesarte...gracias! ;D

Letanía

Escribir es estirar las alas en el ancho cielo de la imaginación, encerrar pensamientos entre letras, que no vuelen libérrimos perdiéndose en el tiempo. En la angustia de tener tanto que decir, ignotos mundos para relatar fijos en las pupilas, el papel recibe la descarga tremenda de una retórica que llegó sin desaparecer. Duele el mundo en mi, en cada detalle que se pierde entre los vericuetos de la cabeza, en las ricas historias incompletas y las yermas noches de incansable ocio que en el extravío de banales ocupaciones desperdicié. Cada párrafo es un parir. Viene con sufrimiento y convulsiones de tan liviana memoria desterrante de momentos olvidados. He aquí lo que quiero contar, libre la palabra que encierra la letra, fresco el sentir que el pecho guardó.

¿Quién soy?

Estudiante de Comunicación Social y Filosofía. ricardotp@hotmail.com ---- ricohin

Para seguir. No escribo mucho